Aprovechando que era viernes 13 nos colamos en el colegio y propusimos a los alumnos de sexto que jugaran con nosotros. Fuimos “magos” por un día y nos encantó la experiencia.
Detrás de toda esa magia hay principios matemáticos sencillos que merece la pena convertir en juego: dejarse dirigir por números pares o impares, completar el plano para que no queden huecos, exprimir los recursos del número 9, sorprenderse con la forma en la que los ejes de rotación cambian una figura, intentar descubrir en un dibujo plano qué engaña a mis ojos o dejarse impresionar también por el sistema de numeración binario, aunque nos sea más desconocido, y por supuesto, aprovechar todas las posibilidades que las cartas nos ofrecen con algún principio matemático.
La relación de las matemáticas con la magia se remonta 500 años atrás, que sepamos en torno a 1509, donde en el manuscrito de Luca Paccioli, “De viribus quantitatis”, aparece la primera referencia que se conoce en la literatura a un juego de magia con cartas. La primera en un libro ya impreso la debemos a Girolamo Cardano, pero eso nos queda muy lejos.
Por lo pronto amenazamos con continuar, ¡el espectáculo no ha hecho más que comenzar!